jueves, 1 de mayo de 2008

Ponerología: Una ciencia de la naturaleza del mal

Laura Knight-Jadczyk
Citas extraídas de "El 11-S: la verdad definitiva"
01/05/08

Ponerología Política: Una ciencia de la naturaleza del mal ajustado a fines políticos*

Ponerología: s., división de la teología que trata acerca del mal; doctrina teológica sobre lo maligno o el mal; del griego: poneros, mal.



¿QUÉ ES EL MAL? Históricamente, la cuestión del mal ha sido una cuestión teológica. Varias generaciones de apologistas teológicos han escrito bibliotecas enteras con libros que intentaban certificar la existencia de un Dios Bueno, creador de un mundo imperfecto. San Agustín hizo una distinción entre dos formas de mal: el “mal moral”, el mal que hacen los humanos, por elección propia, sabiendo que están haciendo el mal; y el “mal natural”, lo malo que simplemente sucede (la tormenta, el diluvio, erupciones volcánicas, enfermedades fatales).

Y luego está lo que el psicólogo clínico Andrzej Lobaczewski denomina mal macrosocial: un mal a gran escala que se apodera de sociedades y naciones enteras, y que lo ha estado haciendo una y otra vez desde la noche de los tiempos.

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La historia de la humanidad, cuando se la considera objetivamente, es algo terrible. La muerte y la destrucción acechan a todos, tanto al pobre como al rico, al hombre libre como al esclavo, al joven como al viejo, al bueno como al malo, con una arbitrariedad y despreocupación que, aun si lo contemplamos momentáneamente, puede destruir la capacidad de funcionamiento de una persona normal.

Una y otra vez, el hombre ha visto sus sembradíos y su ganado echarse a perder por la sequía o la enfermedad, sus seres amados atormentados y diezmados por la enfermedad y la crueldad humana, la labor de una vida entera reducida a la nada en un instante por sucesos sobre los cuales no posee ningún control.

El estudio de la historia a través de sus diversas disciplinas ofrece una visión casi insoportable de la humanidad. Los movimientos rapaces de tribus hambrientas, invadiendo, conquistando y destruyendo en la oscuridad de la prehistoria; los invasores bárbaros del mundo civilizado durante las épocas del medioevo, las luchas sangrientas de las cruzadas de la Europa católica en contra de los infieles del Medio Oriente y luego en contra de sus propios hermanos “infieles”; el terror acechador de la Inquisición cuando los mártires apagaban el fuego con su propia sangre. Más tarde viene el holocausto feroz del genocidio moderno; guerras, hambre, pestilencia dando zancadas por el mundo con botas de cien leguas; y nunca nada más aterrorizante que la situación actual.

Todas estas cosas producen una intolerable sensación de indefensión ante lo que Mircea Eliade llama el ‘terror de la historia’.

Hay quienes podrán decir que hoy todo eso ya forma parte del pasado; que la humanidad ha entrado en una nueva fase; que la ciencia y la tecnología nos han traído hasta el punto de lograr acabar con este sufrimiento. Mucha gente cree que el hombre está evolucionando; que la sociedad está evolucionando; y que ahora tenemos el control sobre el mal arbitrario de lo que nos rodea, o que por lo menos lo vamos a tener después de que George Bush y sus neocons hayan tenido 25 años para luchar en la Infinita Guerra contra el Terror. Reinterpretamos o ignoramos cualquier cosa que no apoye esta idea. [...]

A nivel social, el odio, la envidia, la codicia y la contienda se multiplican de manera exponencial. El crimen aumenta nueve veces más rápido que la población. Esto se combina con guerras, insurrecciones y purgas políticas, y se multiplica con millones de personas en todo el mundo que carecen de comida o un techo adecuado a causa de las acciones políticas.

Y luego, por supuesto, sequías, hambre, plagas, y catástrofes naturales incrementan aun más la pérdida de vidas y sufrimiento. Esto también parece estar en aumento.

Aquél que contempla la historia tal cual es, está obligado a darse cuenta de que está siendo oprimido por una existencia dentro de la cual no puede encontrar compasión ni preocupación por su dolor y sufrimiento. Una y otra vez, en cada milenio, los mismos sufrimientos recaen sobre la humanidad millones y millones de veces. La totalidad del sufrimiento humano es algo atroz. Podría seguir escribiendo hasta el fin del mundo utilizando océanos de tinta y bosques de papel sin poder nunca transmitir completamente este Terror. La bestia de la calamidad arbitraria siempre ha estado con nosotros. Ya que en todo el tiempo en que los corazones humanos han bombeado sangre caliente por sus cuerpos demasiado frágiles y han brillado con las dulzuras indescriptibles de la vida y el anhelo de todo lo que es bueno, correcto y digno de ser amado, la bestia despreciadora, acosadora, hambrienta y maquinadora del mal inconsciente se ha frotado las manos anticipando su próximo festín de terror y sufrimiento. Desde el comienzo de los tiempos, siempre ha existido este misterio acerca del estado del hombre, esta maldición de Caín. Y, desde el comienzo de la historia, el grito ha sido: ¡Mi castigo es mayor que lo que puedo soportar!

Se conjetura que, en tiempos antiguos, cuando un hombre percibía esta condición intolerable e incomprensible en la que se encontraba su existencia, creaba cosmogonías para justificar todas las crueldades, aberraciones y tragedias de la historia. Es verdad que el hombre, por regla general, es impotente frente a las catástrofes cósmicas y geológicas, y desde hace tiempo se dice que el individuo promedio no puede hacer nada frente a los violentos ataques militares, la injusticia social, las desgracias personales o familiares, y un gran número de ataques a su existencia, demasiados como para enumerarlos.

En realidad, el mal macrosocial y el mal cotidiano son inseparables. La acumulación a largo plazo del mal cotidiano siempre lleva inevitablemente al Gran Mal Sistemático que destruye a más gente inocente que cualquier otro fenómeno en este planeta.[...]

El Dr. Lobaczewski no estaba proponiendo un estudio “teológico”, sino más bien científico de lo que podemos llamar claramente el mal. El problema es que nuestra cultura científica materialista no admite fácilmente que el mal exista verdaderamente, per se. De Political Ponerology:
Algunos filósofos de hoy en día que desarrollan la metaética están tratando de avanzar en su grado de comprensión, y mientras resbalan a lo largo del espacio flexible que lleva a un análisis del lenguaje de la ética, contribuyen a eliminar algunas imperfecciones y hábitos del lenguaje conceptual natural. Sin embargo, es muy tentador para un científico penetrar este núcleo eternamente misterioso. […]

Si los médicos se comportaran como los eticistas y no estudiaran enfermedades porque sólo se interesaran en estudiar cuestiones de salud, entonces no existiría nada parecido a la medicina moderna. […] Los médicos tenían razón en su hincapié en estudiar la enfermedad antes que nada para lograr descubrir las causas y propiedades biológicas de las enfermedades, y entonces comprender la patodinámica con la que cursan. Una comprensión de la naturaleza de la enfermedad, y el curso que sigue, permite después de todo elaborar y utilizar los métodos curativos apropiados. […]

Entonces surge la siguiente pregunta: ¿no se podría utilizar algún modo de proceder análogo para estudiar las causas y la génesis de otros tipos de mal que azotan a individuos, familias y sociedades? La experiencia le enseñó al autor que el mal es de naturaleza similar a la enfermedad, si bien también posiblemente más complejo y elusivo para nuestro entendimiento. […]

Paralelamente a la perspectiva tradicional, también se puede tratar problemas comúnmente percibidos como morales en base a datos provistos por la biología, la medicina y la psicología, dado que este tipo de factores están presentes simultáneamente en la cuestión como un todo. La experiencia nos enseña que una comprensión de la esencia y génesis del mal utiliza por lo general datos de estas áreas. […]

Puede ser que el pensamiento filosófico haya engendrado todas las disciplinas científicas, pero estas últimas no maduraron hasta no haberse vuelto independientes, basándose en datos detallados y en una relación con otras disciplinas que proporcionaban tales datos.

Alentado por el descubrimiento a menudo “por coincidencia” de estos aspectos naturalísticos del mal, el autor inició la metodología de la medicina; psicólogo clínico y colaborador médico de profesión, tenía estas tendencias de todos modos. Así como ocurre con los médicos y las enfermedades, tomó el riesgo de un contacto cercano con el mal y sufrió las consecuencias. Su propósito consistía en averiguar las posibilidades de un entendimiento de la naturaleza del mal, sus factores etiológicos, y rastrear su patodinámica. […]

Así nació una nueva disciplina: la ponerología. El proceso de la génesis del mal fue llamado, correspondientemente, ‘ponerogénesis’. […]

Es posible obtener ventajas morales, intelectuales y prácticas considerables de una comprensión de la génesis del mal gracias a la objetividad requerida para estudiarlo desapasionadamente. No se destruye el patrimonio humano de la ética al tomar esta aproximación: en realidad se fortalece, ya que el método científico puede ser utilizado para confirmar los valores básicos de las enseñanzas morales.

Comprender la naturaleza de la patología macro-social nos ayuda a encontrar una actitud saludable y a proteger así nuestras mentes de ser controladas o envenenadas por los contenidos de la enfermedad y la influencia de su propaganda.

Sólo podemos conquistar este enorme y contagioso cáncer social si entendemos su esencia y sus causas etiológicas.

Dicha comprensión de la naturaleza de los fenómenos conduce a la conclusión lógica de que, hoy en día, las medidas a tomar para curar y reordenar el mundo deberían ser completamente diferentes de las empleadas hasta este momento para resolver conflictos internacionales. También es cierto que, tan sólo el hecho de poseer el conocimiento y la consciencia de los fenómenos de la génesis del mal macro-social puede comenzar a sanar individuos y ayudarlos a que sus mentes recobren la armonía.[…][Andrzej Lobaczewski, Ponerología Política]

*Una discusión basada en el trabajo de Andrzej Lobazcewski, PhD, ahora publicada como Political Ponerology, (Red Pill Press, 2006). Disponible en inglés y en francés, y próximamente en español.